El conocimiento se lo adquiere y se lo utiliza de múltiples formas y modos, sea el derivado de la experiencia sensorial, el conocimiento técnico o el conocimiento científico. La activación de redes neuronales plásticas y el crecimiento de las mismas y de su capacidad para acumular, procesar y reproducir conocimiento, son parte fundamental del aprendizaje.
Cuando se adquiere e internaliza conocimiento dicho proceso puede tener lugar por simple imitación, seguida de la aplicación para constatar el grado de internalización, mediante el método de prueba y error. O la adquisición puede realizarse mediante procesos y procedimientos explícitos de enseñanza para el aprendizaje, caso en el cual, con excesiva frecuencia, la prueba de la adquisición se efectúa simplemente mediante el análisis de la memorización de lo aprendido, en los términos en que se produjo la enseñanza.
Ya durante el aprendizaje e internalización del conocimiento, pero con mayor grado de avance en el proceso de uso del mismo, se establecen ordenamientos, lógicas de estructuración de lo aprendido que pueden ser muy diferentes.
Una primera lógica de ordenamiento del conocimiento es la que establece aquel que lo utilizará prioritariamente para fines productivos, es decir, para aplicarlo a la realidad exterior a él con el fin de modificarla en un determinado sentido. Esta lógica tiene que ver con los procesos productivos y ellos la determinan en alto grado. La denominaremos lógica u orden de la producción.
Una segunda lógica es la de aquellos que, en el área de conocimiento adquirido, lo utilizan para realizar procesos de investigación. De nuevo aquí ésta lógica estará marcada, en gran medida, por los protocolos, sistemas y métodos de los procesos de investigación, que suelen tener un rigor avanzado y no permiten fácilmente cambios sustantivos. Es la lógica de la investigación.
Por último los conocimientos que posee una determinada persona pueden ordenarse de acuerdo a una lógica que permite y facilita compartirlos con aquellos que aún no los tienen. Es la lógica de la socialización o pedagógica. Es la más difícil de establecer e internalizar, ya que requiere el manejo del conocimiento; conocer las lógicas y métodos de aprendizaje de aquellos que no lo poseen; y estructurar el propio conocimiento mediante una lógica que facilite a aquellos que aún no lo tienen su comprensión e internalización. Partiendo siempre del campo del conocimiento preexistente.
Cada una de las lógicas mencionadas, y pueden existir varias más, pone en actividad conjuntos de redes neuronales que no siempre son las mismas, aunque varias sean compartidas, para cada una de ellas. En determinados campos, para la práctica, se pone en actividad en forma sustantiva el sistema nervioso periférico motriz, con sus especificidades y su memoria particular, y no siempre dicho sistema tiene el mismo nivel de activación en otras lógicas.
Es frecuente, y forma parte de la experiencia de muchos de nosotros, que cuando recibimos clases de un investigador reconocido por su capacidad, las encontramos confusas, incoherentes, llenas de lagunas y faltas de claridad, aunque el tema estuviera en el área que el investigador maneja.
También forma parte de nuestra experiencia al haberle preguntado a un profesional, en el ejercicio de su actividad, que encontramos racional y eficiente, la mejor respuesta que nos ofrece es que eso que le preguntamos se hace así, porque es así.
Y, desgraciadamente, también forma parte de nuestra experiencia la de un profesor que trata de compartir con nosotros un tema, o materia, reiterando los contenidos del libro de texto que ha recomendado previamente, sin proporcionarnos informaciones adicionales que nos permitan la comprensión del texto y habilidades para internalizar más rápida y fácilmente sus contenidos.
Es claro que saber hacer y saber investigar no son sinónimos de saber enseñar, en tanto que el que sabe enseñar puede recurrir a los conocimientos de la lógica de la producción y de la lógica de la investigación que otros realizan, aunque no sean los suyos, para integrarlos al discurso pedagógico, con su lógica específica, para compartirlos, socializarlos, con otros.
Existe un límite para el que ejerce la enseñanza. Llegados a cierto nivel de los temas tratados, la carencia de práctica productiva o de la investigación, puede limitar seriamente sus posibilidades de construcción de un mensaje pedagógico, por muy coherentemente que maneje esta lógica. Ello es particularmente serio en la enseñanza de niveles universitarios y, más aún, de post grado.
Sin embargo, cuando actuamos en el área del desarrollo rural, en alguna de sus múltiples facetas, es frecuente que encontremos la suposición, implícita, de que aquellos que manejan una cierta tecnología, por esa simple razón están en condiciones de enseñársela a otros. Nada más falso. En el momento en que se le requiere que utilice la lógica de ordenar su conocimiento para compartirlo, se limita a retrotraerse a los modelos que vivenció en su período universitario y a ordenar las clases de capacitación con los criterios académicos que él disfrutó, o sufrió. Y, aún siendo el conocimiento a compartir el mismo en ambos casos, es claro que el nivel, los códigos y la forma en que estructura la exposición deben ser muy diferentes de aquella con la cual él se formó.
Sin una reflexión previa, cuando queremos capacitar en temas forestales, llamamos a un ingeniero forestal, que puede ser claramente idóneo en su área científica y técnica, pero que no tiene los elementos básicos de comunicación pedagógica para reordenar su conocimiento de tal forma que se ponga al alcance del usuario del mismo. Lo mismo acontece si el tema es agronómico o pecuario y, ni que decir tiene si el tema es de organización o de gestión empresarial. El ser un excelente ingeniero agrónomo, o veterinario, o empresario, no es una garantía de poder ordenar el conocimiento para compartirlo con aquellos que no lo tienen y lo necesitan.
Es decir, saber hacer no siempre significa, en forma automática y lineal, saber enseñar.
Este es uno de los problemas básicos del modelo que hemos denominado de “educación natural”. Los mayores saben hacer, pero aunque lo hacen en general con elevados niveles de calidad, tanto ergonómica como productiva, no ordenan su saber para compartirlo con los hijos. Estos deben aprender por imitación y prueba y error. Aún siendo éste método científico uno de los más antiguos y de eficiencia comprobada, aplicarlo al aprendizaje torna los plazos excesivamente prolongados.
Pero la mayor parte de aquellos que operan en procesos de capacitación en el área rural, son técnicos, ingenieros, etc., dedicados a una función para la cual no han recibido formación. Es poco frecuente, me atrevería a decir insólito, encontrar técnicos que hayan recibido formación en las dos herramientas que más deben usar en su trabajo como capacitadores: comunicación y pedagogía. Pero su función y actividad fundamental como capacitadores es la de comunicación pedagógica.
Por último, la carencia de reflexiones sobre el tema, tiende a incrementar las limitaciones y la ineficiencia al no dotar al capacitador de metodologías e instrumentos que le ayuden a suplir sus déficit de formación en las áreas señaladas. Carecen de formación hasta en el simple proceso de uso del papelógrafo o pizarrón, que suelen ser las únicas herramientas disponibles. Y cuando se les proporcionan, como instrumentos, textos escritos, con suma frecuencia no son más que una repetición de los textos académicos con que estudiaron. Claro está que dichos textos plantean múltiples dificultades para el destinatario con bajo nivel de educación formal. Generalmente no tienen el uso que podría justificar su costo.
Una propuesta de producción de instrumentos que, orientados por una metodología correcta, y el correspondiente proceso de formación en la misma y en el conocimiento, manejo y uso pedagógico de dichos instrumentos, es una inversión rentable para elevar el nivel y la eficiencia de los procesos de capacitación, elevar la autoestima de los capacitadores, incrementar la capacidad de convocatoria y, sobre todo, tornar eficientes tanto financiera como pedagógicamente los procesos de capacitación que se realicen. Sólo así será posible avanzar en la tendencia a la sustentabilidad financiera de dichos procesos.
La experiencia acumulada en multitud de países diferentes en muchos aspectos, de Asia, Africa y de América Latina, nos dice que la metodología de Pedagogía Masiva Multimedial, tal como se la explicita en otros documentos, reúne varias características que la hacen eficiente, tanto en términos económicos como pedagógicos.
Poner en manos de los Capacitadores, debidamente formados, metodologías e instrumentos que facilitan su actividad de promoción con los productores rurales, a través de procesos de capacitación, sin reducir, por el contrario incrementando, su capacidad de conducción de esos procesos, significa, indudablemente, una inversión inicial. Pero dicha inversión, si la metodología es correctamente aplicada y los niveles de masividad son los requeridos, es altamente rentable.