Pedagogía y Comunicación
Pedagogía y Comunicación

La Edición

 

La Edición, a veces llamada también Montaje, es el proceso mediante el cual se establecen la mayor parte de los parámetros temporales del mensaje audiovisual

sobre  todo en lo que se refiere a duración, orden y ritmo.

 

En el Cine y, durante mucho tiempo en la televisión y el video, la edición era llamada lineal. Ello significaba que la modificación de la duración de una toma obligaba a la reedición de todas las tomas subsiguientes, lo que en cine era aceptable pero en televisión y video implicaba esfuerzos considerables, o riesgo de pérdida de calidad.

 

Cuando la interfase video-informática avanza, la situación cambia. La edición se torna virtual, es decir, más que editar la computadora establece un programa para la observación de las tomas acumuladas en la memoria. Cambiar dicho programa no significa ni borrar ni regrabar nada.

 

Pero la edición virtual, que tanto puede facilitar el trabajo, tambien suele introducir modelos productivos absurdos e ineficientes, ya que los programas de edición electrónica virtual de que disponemos suelen proporcionarnos un conjunto de elementos adicionales que suelen ser utilizados porque están y no porque cumplan una función expresiva en el mensaje que estamos produciendo. Es más, se pretende mejorar en el momento de la edición todo aquello que, por falta de racionalidad, o conocimiento, o cuidado, ha sido mal tratado durante la realización de la toma .

 

Y, evidentemente, los actuales programas y equipos de edición permiten alterar hasta cierto punto los errores en el balance de blancos, las irregularidades cromáticas, excesos de información irrelevante en el plano de la toma e, incluso, modificaciones al encuadre. También es posible reducir, con el tratamiento adecuado, niveles de ruido sonoro introducidos durante el registro.

 

Pero hay algo que debemos tomar en cuenta: ningún tratamiento a una mala toma puede igualar como resultado final a la calidad de una toma bien hecha. Los posibles tratamientos para reducir, mitigar o eliminar los errores cometidos durante el registro, siempre introducirán un determinado nivel de ruido, siempre nos darán imágenes finales de calidad inferior a la requerida.

Es posible bajar el nivel del registro de audio, sin perder calidad, pero no será posible incrementar el nivel de audio sin  introducir un determinado e inevitable nivel de ruido en dicho proceso. 

 

Y, desde luego, creemos que frente a una cultura de lo liviano y de lo trivial sigue vigente la propuesta de priorizar las neuronas sobre los electrones.

 

 

 

Vamos a exponer a continuación algunos de los rasgos específicos del tiempo como la duración, el orden y el ritmo, en la realidad tal como la percibimos en forma directa, y en la imagen. A continuación veremos cuáles son los equipos o procesos que intermedian entre ambos y las posibilidades y límites que nos plantean para la realización de un mensaje audiovisual. Es posible, casi seguro, que en un futuro próximo los equipos evolucionen para dotarnos de mayores posibilidades y debemos estar alertas a ello para utilizarlas cuando resulten ser funcionales para el proceso productivo.

 

En la realidad la duración del tiempo es percibida de dos maneras diferentes. El tiempo que podemos medir en forma, digamos, objetiva, mediante instrumentos. Es el tiempo sometido a las leyes de la relatividad y puede acortarse si el sistema en el cual se lo mide se acelera a velocidades próximas a las de la luz. Utilizamos relojes para medir este tiempo y lo medimos en segundos (con las fracciones adecuadas), minutos, horas, días, semanas, meses, años, lustros, décadas y siglos. Este es la duración del tiempo, digamos, objetiva.

 

Pero la duración tiene valores diferentes de acuerdo, o en función de, la situación que estamos viviendo. Una mala experiencia parece interminable. Una experiencia placentera siempre nos resultará corta. Esta duración es subjetiva y no es igual para dos personas diferentes, ni para la misma persona en situaciones vivenciales diversas. La percepción de la duración del tiempo varía con la cultura (ver la diferencia entre el tiempo rural y el urbano), varía con la edad y varía  con  las situaciones.

 

El tiempo, en la realidad, tiene el orden del acontecer. Sólo en sueños o en estados de alucinación podemos percibir un orden diferente.

En la realidad el orden puede ser determinado utilizando principios de la física, en particular de la termodinámica. El orden del transcurso del  tiempo es el del crecimiento del desorden (o entropía).

 

En la realidad el latido cardiaco (80 por minuto), la respiración (quince veces por minuto), la sucesión del día y la noche, las fases de la luna, las estaciones, establecen ritmos por reiteración de acontecimientos. La música, la danza y algunos procesos productivos reiterativos, establecen sus propios ritmos.

 

Veamos ahora las características de duración, orden y ritmo en el programa audiovisual.

 

En el programa audiovisual la duración del tiempo es, en general, diferente a la duración de la realidad.

Un caso particular se da en el cine científico. Con cámaras especiales se hacen tomas a una velocidad que va desde cuatrocientas hasta cien mil imágenes por segundo. Cuando se las observa al ritmo normal del cine, de veinticuatro imágenes por segundo, tenemos la sensación de que hemos prolongado el tiempo. Un segundo registrado a 400 ips se observa en 17 segundos cuando el registro se reproduce a velocidad normal. Un segundo registrado a 100.000 ips aunque aún no es posible registrar a esa velocidad un lapso tan prolongado, se observaría en casi 70 minutos a velocidad normal.

 

Y, deformación del lenguaje casi imposible de corregir, llamamos cámara lenta a los registros efectuados a una cadencia tres a diez veces superior a la normal.

La reproducción a cadencia normal hace ver a los sujetos y objetos moviéndose lentamente, pero la cámara fue rápida y no lenta.

 

Otro caso particular es el de la toma cuadro a cuadro. Al observar registros que se realizaron a un veinticuatroavo de segundo de velocidad, pero con tomas que se espaciaron de dos segundos hasta un dia, pareciera que el tiempo se contrajo, que su duración es mucho menor de la que percibimos en la realidad. Es el caso de la flor registrada a razón de cinco tomas diarias durante veinte dias, el plazo que tarda en abrirse, y que proyectadas a cadencia normal vamos a observar en poco más de cuatro segundos.

 

Pero, en general, el programa audiovisual tiene una duración menor a la de la realidad objetiva. Es decir, el programa es una síntesis temporal.

Esta reducción, de la duración del tiempo real a la duración del programa, se logra utilizando la figura del lenguaje audiovisual que conocemos como elipsis temporal. Quizá la mayor elipsis temporal introducida en el cine fue la que Kubrick realizó en 2001 Odisea Espacial, donde acorta cuatro millones de años desde el hueso lanzado al aire por el hominídeo hasta la astronave que está por llegar a la estación espacial.

Esta síntesis temporal la encontramos en todo tipo de programas audiovisuales, sean de ficción, documentales o pedagógicos.

 

En los procesos productivos audiovisuales encontramos tres niveles de orden: el orden de la realidad; el orden del registro; y el orden del programa.

En la época en que la edición de video era lineal, era conveniente aproximar el orden del registro al orden del programa, ya que el proceso de edición era el más costoso en equipos y en formación de los operadores. En la actualidad, la interfase informática/video permite la edición virtual, lo que reduce la exigencia de aproximar el orden del registro al del programa. Pero no disminuye la exigencia de un elevado nivel de racionalidad productiva que permita reducir los costos.

 

En cuanto al ritmo del programa audiovisual, es posible construirlo de variadas formas y, casi siempre, previsto en el guión para realizar la toma, se formaliza en el proceso de edición.

Cuando en una secuencia compuesta por varias tomas, las primeras son más largas que las siguientes y la duración se va reduciendo, estamos creando un ritmo acelerado. A la inversa, el ritmo es decelerado, o frenado, cuando las tomas iniciales son cortas y se van haciendo cada vez más prolongadas.

Cuando en una secuencia los planos cambian desde plano general hasta plano de detalle, el ritmo generado es acelerado. Lo inverso cuando partimos de planos de detalle y llegamos a planos generales.

Se puede generar ritmo mediante alternancias cromáticas en las secuencias y el ritmo así creado puede ser diverso.

Se puede generar ritmo mediante el procesamiento de la pista de audio y debemos tener en cuenta el valor, tanto pedagógico como narrativo y dramático, del silencio. Desde luego cuando el registro se realiza sobre un elemento que tiene en si mismo un ritmo, este será reflejado por la toma.

 

De todos los elementos del lenguaje audiovisual es la toma, como lapso que transcurre entre el inicio y el fin del registro, el único elemento que podemos medir en forma objetiva, mediante un cronómetro. Todos los demás elementos, como el plano y el encuadre, tienen descripciones más cualitativas y menos fijas que la toma.

 

Veamos ahora cuales son los instrumentos de que nos valemos para tratar el tiempo en sus parámetros de duración, orden y ritmo.

 

La duración se establece en principio mediante la cámara y la duración de la toma debe tener los márgenes de seguridad temporales requeridos para un buen proceso de edición.

 

La percepción subjetiva hace que los planos generales parezcan más largos que los primeros planos y viceversa.

Los sujetos u objetos que se desplazan en forma perpendicular al eje óptico del objetivo, parecen más rápidos con un teleobjetivo y más lentos con un gran angular.

Por el contrario, los desplazamientos en el sentido del eje óptico parecen más lentos cuando se registran con teleobjetivo y más rápidos cuando la toma es realizada con gran angular.

 

Pero la duración final se establece mediante la editora que, hoy en día en el caso del video, es una computadora con las capacidades básicas requeridas para operar un programa de edición. En general se requiere de una velocidad de un gigahertz, una memoria ram de un gigabyte y un disco duro de no menos de cuarenta gigabytes.

 

En la edición se puede reducir el tiempo original de la toma. En casos que muy raramente se utilizan se puede prolongar la toma mediante el congelamiento de la misma.

 

El orden del programa, independientemente del de la realidad y del registro, se establece mediante la editora y es en el proceso de edición cuando puede ser generado o alterado un ritmo preestablecido.

 

El ritmo del programa se completa, si fue previsto en el guión para realizar las tomas, en el momento de la edición.

 

 

Debe quedar claro que pese al importante papel que desempeña la edición en el manejo de las variables temporales, y su escaso papel en el manejo de las variables del espacio (reservadas en su mayor parte para el objetivo y la cámara), un proceso eficiente de edición sólo será posible si tenemos la materia prima necesaria para ello: las tomas. Y sólo dispondremos de las tomas que se requieren y de la calidad necesaria, si son realizadas en base a un guión, que, a su vez se basa en un libreto derivado de un proceso de investigación y/o de creación.

Es decir, la editora no podrá nunca reemplazar la capacidad realizativa del creador del programa audiovisual.