Pedagogía y Comunicación
Pedagogía y Comunicación

La estética de los programas pedagógicos audiovisuales.

 

Un mensaje pedagógico audiovisual tiene un objetivo claro y ha sido construido para lograrlo. Es un mensaje cuyo contenido es de información  de tipo científico o técnico, perteneciente tanto al campo de las ciencias exactas y naturales como de las ciencias sociales, y se lo construye para compartir esa información  con aquellos que la necesitan. El mensaje tiene un soporte o tratamiento  y usamos el audiovisual por las ventajas que nos proporciona, sobre todo en la reproducción de los mensajes para los usuarios.

Es decir, los programas pedagógicos audiovisuales tienen un determinado tipo de contenidos, cognoscitivos; un destinatario  o usuario, llamado a veces alumno; y un soporte o tratamiento de tipo audiovisual, sea el soporte de tipo fotoquímico, (película cinematográfica), electromagnético (video), o de aquellos en los que un haz de luz monocromática (laser) modifica de alguna forma la reflectividad, magnetización, u otra característica, que será analizada por otro haz de lectura. Dicha lectura, claro está, será presentada al observador mediante una pantalla que reproduce imágenes y un altoparlante que reproduce sonido.

 

¿Por qué se usan estos soportes y tratamientos para mensajes de enseñanza destinados al aprendizaje?

 

A veces por razones legítimas:

  1. su condición de memoria casi permanente,
  2. su capacidad de mostrar lo muy grande y lo muy pequeño,
  3. la posibilidad de analizar, modificando la escala temporal, lo muy rápido y lo muy lento,
  4. la posibilidad de contar con homogeneidad de contenidos,
  5. la garantía científica para los mismos,
  6. tornar accesible a la observación lo que es muy lejano
  7. darle al mensaje la mejor estructura pedagógica para facilitar el aprendizaje,
  8. asegurar que los mejores contenidos, con la mayor garantía científica, con el mejor tratamiento pedagógico, llegan a todos (democratización).
  9. Lograr masividad por reiteración de convocatorias grupales.
  10. La constante reducción de precios e incremento de la calidad de los equipos destinados a producir, conservar, procesar y reproducir los mensajes.

 

Otras veces por razones no tan legítimas:

  1. porque lo tenemos o es fácil conseguirlo,
  2. porque está de moda,
  3. porque es moderno,
  4. porque proporciona prestigio,
  5. porque es bonito,
  6. porque es atractivo,
  7. porque otros lo tienen y nosotros no vamos a ser menos.
  8. porque es cada día más barato.

 

 

 

Claro está que, si las razones pertenecen al primer grupo, lo primero que necesitamos es contar con personal capaz de diseñar y operar con racionalidad y eficiencia un sistema de producción y uso de mensajes pedagógicos audiovisuales.  En el segundo caso bastará contar con un videasta, un videista o un vidiota.

 

Pero, cualesquiera sean las razones por las que decidimos usar instrumentos audiovisuales, en particular, por ahora, el video, es frecuente encontrar varios errores conceptuales  sobre el instrumento. En general la ignorancia de cuándo y por qué nace el video. Después la creencia implícita de que el video es una televisión chiquitita, o subdesarrollada. Por último, pero quizá el error más significativo, pensar que el video pedagógico opera con el mismo modelo teórico que el sistema que más y mejor conocemos por sus productos, la televisión,  que actúa con el modelo teórico de:  Emisor Medio Receptor.

 

Y, dado que nuestra cultura audiovisual  deriva de la observación  de cine y, en forma cada vez más preponderante,  de televisión,  nada más fácil que pedirle a un programa pedagógico audiovisual los mismos rasgos formales que hemos aprendido o que se nos han impuesto implícitamente a través de la observación constante.

 

Ahora bien, los contenidos de los mensajes del cine y televisión pertenecen a determinadas categorías: afectivos, de autoexpresión presuntamente artística o simplemente recreativos, de manipulación también afectiva como la publicidad, de desinformación  como la propaganda política. Informativos como los noticieros  o los reportajes y de información  cultural como son o pueden ser los documentales. No son frecuentes, diríamos que son raros y escasos, los programas de información cognoscitiva, científica y técnica, aunque el género documental suele incluir estos contenidos.

 

Cuando hablamos de pedagogía audiovisual  nos estamos refiriendo a uno de los seis tipos de mensajes de comunicación para el cambio social:

Comunicación Pedagógica, Comunicación Científica, Comunicación para la Organización Participativa, Información de Mercado, Información Tecnológica e Información Social (cultural, afectiva, política).

 

En el caso del cine y la televisión,  sin entrar  a realizar  un análisis  de los varios lenguajes  utilizados  y de su evolución, la estética  usada es la que dicta la moda y está sometida a los mismos avatares. Es perecedera  y cambiante a gran velocidad. Es exitista  y barata. Es triunfalista  y cortoplacista. . Es el cambio por el cambio en si mismo. Es lo nuevo sólo para ser diferente . Es la novedad sólo para llamar la atención. Es la marcha atrás para pretender futurismo. Es la obsolescencia programada de cualquier prenda de vestir.

 

¿Cuál debe ser, entonces, la estética de los mensajes pedagógicos cuando tienen tratamiento audiovisual?

 

La primera respuesta debiera ser: no lo sabemos. Pero tenemos algunos indicios y lineamientos que debieran permitir una investigación  operativa que conduzca a su formulación.  Es decir, tenemos los primeros esbozos de lo que puede llegar a constituir  la base de una estética pedagógica audiovisual. Y esta estética debe ser construida por todos aquellos que intervienen en un proceso de comunicación para el cambio social, tanto los interlocutores especializados, decisores políticos o científicos, como los masivos o sujetos de desarrollo, como los comunicadores situados entre ambos universos.

 

Hace años, cuando estaba trabajando  en la precordillera  de los Andes, en el sur de la Argentina, en la provincia de Neuquén, llegamos a la cima de la línea de cumbres y pude observar un paisaje bello. Lagos angostos, orientados de este a oeste, bosques de araucarias, lengas, ñirres y cipreses y al fondo las cumbres nevadas de los volcanes de la cordillera de los Andes. Estábamos en pleno verano y traté de imaginar ese paisaje  en invierno.  Me volví al guía, Catrileo, y le pregunté si nevaba mucho. Me contestó  que si, que cargaba dos o tres brazas de nieve. Comenté: debe ser hermoso. Y la respuesta de Catrileo no se hizo esperar. Si, es hermoso. Si tiene casa, Si tiene leña. Si tiene qué comer. Me di cuenta entonces de la relatividad de los valores estéticos y cómo la sociedad que los genera los torna dependientes de condiciones muy particulares. Pero me di cuenta, asimismo, de que la percepción del bosque, de la nieve de los volcanes, de la cordillera, tenía puntos comunes para las dos culturas.

 

Años después, en Perú, salí a terreno, llevando a mi hijo mayor, en compañía del Cholo Morán, gran conocedor de su país y de su música. Estábamos en Puno y una noche el Cholo nos llevó a una peña donde un conjunto local se dedicaba a interpretar música del altiplano. Estábamos haciendo un paquete pedagógico multimedial sobre el tema de la salud rural. En general durante la presentación de los títulos de cada programa y al cierre de cada uno de ellos incorporábamos  a la pista de audio un elemento  musical. El objetivo  era, y es, la regulación  de los niveles  en el equipo de reproducción y la introducción  de un elemento propio de la realidad que se trataba, con el objeto de dar mayor verosimilitud  al programa  y sus contenidos.  La música que escuché  era bella, y le comenté al Cholo que la podíamos utilizar para el curso de salud rural. La respuesta fue inmediata. Estás cojudo, esta música es un ayarachi. Pregunté entonces que era un ayarachi y la respuesta fue: música de duelo. Era claro que colocar dicha música en un curso de salud podía resultar contradictorio.

 

Para formular los elementos estéticos debemos recordar como operan los procesos neuropsicobiológicos que llevan a las personas a elaborar ideas y conocimiento a partir de los estímulos, en particular visuales y sonoros, que plasman los mensajes recibidos.

 

Debemos recordar que el cerebro, que no es más del 2 al 3 por ciento del peso del cuerpo humano, consume casi la cuarta parte de toda la energía que está disponible. Debemos recordar que el análisis de un estímulo que no conlleva información relevante consume tanta energía como el estímulo que si transporta información. Y, lo que es más serio, establecer y desarmar el conjunto de contactos sinapticos  que apareja el análisis de un ruido, consume más energía que el procesamiento de una información. Debemos recordar que la diferencia entre mirar y ver, así como entre escuchar y oír, se debe a procesos  conscientes e inconscientes que también consumen energía. Y debemos recordar que el consumo de energía se traduce en fatiga y que la fatiga es enemiga de la comprensión y del aprendizaje.

 

También debemos recordar que la densidad informativa  de un mensaje de tipo o tratamiento audiovisual, es mucho mayor que la de un mensaje verbal o escrito. Los últimos son lineales, unidimensionales, en tanto que los primeros tienen, al menos, las dos dimensiones del plano, la dimensión del discurso sonoro y el transcurso  del  tiempo para las tres. Y la densidad está relacionada con los rasgos culturales y el grado de desconocimiento  o de reconocimiento  de la información que aparece en pantalla.

 

Por último debemos señalar que cuando el mismo terminal de la red encargada de procesar un estímulo recibe simultáneamente  varios, estos compiten entre en el procesamiento. Y que, cuando el mismo tipo de información llega por diversos terminales, se da un refuerzo y se reduce la fatiga causada por su análisis. Si, además, el estímulo o conjunto de estímulos generan una respuesta motriz, el aprendizaje se ve grandemente  facilitado ya que ponemos en acción el Sistema Nervioso Periférico Motriz y ello contribuye a reforzar la memoria. Como dicen los campesinos del altiplano: Si lo oigo, me olvido. Si lo veo, me recuerdo. Si lo hago, lo aprendo. 

 

En la búsqueda de la estética pedagógica  audiovisual  no podemos dejar de lado un elemento  primordial: el contenido y la función de los mensajes. Cada vez que producimos un programa audiovisual pedagógico, estamos buscando la mejor forma de compartir un cierto insumo o capital con el destinatario del mensaje o interlocutor masivo.

 

El insumo o capital a que nos referimos es el denominado saber, como resultado de la integración  de algunos elementos de la sabiduría  popular y otros del conocimiento científico moderno.

Este insumo presenta rasgos o calidades particulares, que condicionarán la estética de los mensajes construidos para compartirlo. En primer término es un capital intangible, lo que dificulta su valoración y apreciación.

En segundo lugar, requiere de metodologías, sistemas, instrumentos y de personal formado en su manejo.

En tercer lugar es el único insumo o capital que crece cuando se lo usa en vez de sufrir el desgaste y agotamiento característicos de otros insumos.

Por último, pero no menos importante, es el único capital inexpropiable : una vez que se lo ha adquirido, no es posible perderlo.

 

Veamos, entonces los elementos iniciales de una estética pedagógica.

 

En primer término, y de acuerdo al modelo teórico de comunicación para el desarrollo que proponemos, Interlocutor- Medio- Interlocutor, debemos iniciar el mensaje de comunicación pedagógica denunciando explícitamente el valor de uso que sus contenidos tienen para el Interlocutor para y con el cual fue producido, es un primer elemento estético y que genera estados afectivos positivos.

 

Iniciar el mensaje pedagógico con una amplia y clara explicación de la utilidad que sus contenidos tienen para el interlocutor o participante, con el fin de generar un estado afectivo favorable al proceso de aprendizaje, es el inicio de un tratamiento estético adecuado a la propuesta.

 

Utilizar códigos denotativos, monosémicos, y evitar todos aquellos de tipo connotativo o polisémico, para facilitar la interpretación de los contenidos cognoscitivos del mensaje, es un elemento estético.

 

Cuando realizamos tomas de la realidad, o construimos abstracciones gráficas para exponer información cognoscitiva, tratar de que las imágenes respeten o manifiesten los elementos estéticos de la cultura del interlocutor masivo.

 

Cuando en la pista de audio aparece el elemento palabra, buscar que los códigos verbales y los rasgos suprasegmentales  de la misma se aproximen o correspondan con los del Interlocutor masivo, es otro elemento estético.

 

Hacer que el mismo terminal nervioso (ojo, oído) sólo reciba estímulos que se corresponden con la información y no otros estímulos no relevantes que el sistema nerviosos tendrá que analizar hasta llegar a la conclusión de que no dicen nada y, por lo tanto, son un ruido, es otro elemento de la estética  que nos preocupa.

 

Hacer que la misma información  sea tratada para que el destinatario  la pueda percibir  por más de un terminal nervioso, reforzando  así la percepción, es parte de la estética pedagógica.

 

Lograr la más alta relación señal/ruido con el objeto de reducir la fatiga a los menores niveles, es otro elemento estético.

 

Ya que disponemos de una superficie  acotada,  la de la pantalla,  para mostrar la información  visual, lograr que la que es significativa ocupe toda esa superficie, sin que aparezcan otros estímulos que no son información y que no falte en la pantalla ningún estímulo que permita reconocer o recibir toda la información (obligando al cerebro a un esfuerzo adicional para tratar de reconstruirla), son parte de la estética. Es decir, la opción por el plano no es arbitraria ni derivada de la tesis de la margarita: me gusta mucho, poquito o nada. El plano se elige para utilizar en forma eficiente la superficie  informativa de que disponemos.

 

Lo mismo es válido para el plano sonoro. El primer plano debe reservarse para la información significativa, en tanto que el plano de fondo puede contener aquella información sonora referencial, alusiva, no primordial, destinada sobre todo a dar verosimilitud al mensaje, y debe tener muy bajos niveles sonoros.

 

Lograr que, en el plano elegido, los estímulos acompañen la información para así reducir la fatiga. Es decir, lograr que la relación entre la fuente luminosa, el equipo de registro, los sujetos u objetos y el fondo, facilite la percepción de los elementos que juzgamos imprescindibles  y que aquellos otros que, aunque no lo son, van a aparecer en el plano, emitan la menor cantidad de estímulo posible, es un nuevo elemento estético. Vale decir, una buena iluminación que destaque los elementos sustantivos y hunda en la oscuridad los irrelevantes.

 

Del mismo modo, realizar encuadres (relaciones que guardan entre los sujetos y objetos abarcados por el plano) que valoren los elementos significativos y reduzcan la percepción de los que no lo son.

 

Respetando las pautas habituales de mirar y ver a ojo desnudo, mantener en foco los elementos significativos y desenfocar aquellos que no lo son, mediante un correcto manejo de la profundidad de campo y la iluminación, ya que todo aquello que aparece desenfocado en la pantalla es interpretado como carente de interés, en tanto que lo que es importante está siempre bien enfocado.

 

Cuando se incorporan signos alfanuméricos, tratar de que carezcan de arabescos, que tengan buen cuerpo y que sean más luminosos que el fondo sobre el cual se los construye.

 

Que el relato se estructure  yendo de lo conocido a lo desconocido, por pasos graduales y crecientes, para facilitar la identificación del contenido, atribuirle verosimilitud y, por lo tanto, credibilidad.

 

Ir de lo fácil a lo difícil para que la comprensión de los primeros elementos, fáciles, estimulen el aprendizaje de los siguientes, en vez de provocar bloqueo ante dificultades que parecen insalvables.

 

Ir  de lo concreto a lo abstracto, para que, de nuevo, no se bloquee la comprensión por exceso de abstracción,  son elementos de la estética pedagógica.

 

Que la suma de los elementos  citados, y de otros que habrá que precisar, nos ofrezca como resultado final la claridad en el programa, para facilitar su comprensión al destinatario, porque lo tratamos como interlocutor  es, en fin, el elemento estético fundamental.

 

Claridad para el destinatario  del mensaje y no colocar en el mismo elementos pseudoartísticos que responden a nuestros criterios (o falta de criterios) estéticos, es un elemento fundamental de lo que denominamos inicio de la estética pedagógica audiovisual.

 

La búsqueda y definición de nuevos elementos, la construcción de un cuerpo definido, que podamos compartir con otros, de la estética, es tarea de todos aquellos que trabajan produciendo mensajes audiovisuales para el cambio social, en particular los de comunicación pedagógica audiovisual.