La creciente masificación de la disponibilidad de nuevas Tecnologías aptas para procesos de Comunicación y Educación, la constante reducción de sus precios, el incesante aumento de las capacidades de los instrumentos para producir, conservar, procesar, distribuir y reproducir mensajes (vídeo y computadoras), ha despertado expectativas y generado esperanzas que no siempre se han visto satisfechas.
Se ha tornado excesivamente frecuente el pensar en (y adquirir) algunos de dichos instrumentos sin que previamente se haya analizado: la necesidad del uso de los mismos; la metodología que asegure un uso racional de ellos y los imprescindibles procesos de formación del personal en su conocimiento, manejo y uso adecuados. Se comienza comprando el equipo para descubrir al poco tiempo que su uso no responde a necesidades bien definidas, que los equipos en si mismos y el diseño de instalación no tienen la precisión requerida y que falta el personal que pueda manejar el sistema con la eficiencia básica requerida para justificar la inversión. Se descubre que lo último que había que hacer era comprar los equipos y lo primero formar el personal capaz de elegirlos y, después, manejarlos. Se descubre, asimismo, cuando los sistemas comienzan a ser operativos que, de haber esperado, por los mismos montos se hubiera podido adquirir mucho más equipo, con mayores capacidades y menores costos. De esperar todo de estos medios, se pasa al rechazo total.
La introducción de nuevas Tecnologías en los procesos destinados a la enseñanza con fines de aprendizaje obliga a un nuevo análisis de algunos de los conceptos de comunicación pedagógica que se han tornado implícitos y sobre los cuales hemos dejado de reflexionar y, por lo tanto, de cuestionar y cambiar.
Para comenzar debemos analizar los problemas creados por el cambio de sentido del que fue diseñado inicialmente como modelo teórico de Información (Emisor – Medio – Receptor) para atribuirle, sin mucho análisis, la condición de modelo teórico de Comunicación.
En los procesos de Información basta añadir un sistema de realimentación al modelo adoptado para asegurarse de que los datos (sean o no sean aún lo que conocemos como Información) han llegado al destinatario y que éste los ha reconocido en forma independiente de su significado.
En los procesos de comunicación se requiere que ambos interlocutores, o los universos a que pertenecen, establezcan un diálogo (que en casos de masividad debe ser intermediado por el comunicador y el consiguiente manejo de instrumentos adecuados a los contenidos) para generar mensajes acordados entre ambos.
En un sistema de Comunicación Pedagógica la aplicación del modelo E-M-R es, de inmediato, el uso de la que Paulo Freire denominó “Teoría bancaria de la Educación”. Es decir, un modelo que ignora la conciencia, la personalidad, las capacidades y los conocimientos del alumno. Un modelo en que existe un receptor múltiple y con elevado nivel de heterogeneidad para los diversos mensajes, homogéneos, de un único emisor. Y es este el que define los contenidos, el nivel, los códigos, la estructura de relato, los instrumentos para producir el mensaje y el momento en que es emitido.
El modelo parte del supuesto, a veces cierto, de que el alumno no sabe nada, es una ¨tabula rasa¨ sobre la cual escribe el docente, que lo sabe todo. Pero los últimos años han mostrado que, en materia de manejo y uso (ciertos usos muy particulares al menos) de un instrumento como la computadora, un elevado porcentaje de alumnos saben mas que los docentes. Y esto comienza a poner en duda el principio de autoridad subyacente en el modelo e-m-r. Y las medidas que algunos Ministerios de Educación en muchos países del mundo han tomado para mantener la verticalidad del modelo, son con frecuencia risueñas. Cursos para profesores de tres horas semanales, mediante los cuales alcanzarán un nivel básico de manejo de la informática treinta o cuarenta años después de lograr la jubilación.
Esa es, al menos en parte, una de las razones por las cuales el uso de estas nuevas Tecnologías enfrenta un elevado nivel de resistencias y, como un primer resultado, la satanización de los instrumentos por parte de algunos docentes y de aquellos alumnos cuyo nivel socioeconómico no les ha permitido el acceso a las nuevas tecnologías. No cabe duda de que el uso prioritario que tienen dichos instrumentos en manos de los alumnos contribuye al elevado nivel de sospecha y/o rechazo de parte de los docentes. Juegos de alto nivel de violencia, que en un tiempo (pre-globalización) correspondían a otras culturas, las de los países industrializados y, en ellos, las manifestaciones básicamente urbanas, no despiertan en los docentes el entusiasmo que logran entre los alumnos, menos aún cuando operan en áreas rurales.
El rechazo generado por estos factores está desapareciendo con el tiempo ya que los nuevos docentes han vivido dentro de la nueva cultura informática, pero existen otros factores de prevención y sospecha.
Un elemento de mitificacción ha llevado a la satanización. Se nos ofreció, predijo y prometió la solución a todos los problemas docentes gracias a las nuevas Tecnologías. Pero, de nuevo, las Tecnologías son diseñadas y manejadas por personas y difícilmente puedan ir más lejos que aquellos que las crean y utilizan. Y ahí aparece un nuevo elemento de rechazo a Tecnologías que, bien diseñadas y utilizadas, pueden prestar muy buenos servicios en los procesos de enseñanza, siempre y cuando no esperemos de ellas más de lo que pueden darnos.
Pero, además, el diseño formal de lo que las computadoras muestran en sus pantallas ha quedado en manos de Informáticos. Bien preparados para lograr intercambios satisfactorios de datos entre máquinas, no han sido preparados para el intercambio de signos entre conciencias.
Ni los comunicadores pedagógicos, ni los pedagogos que necesitan métodos e instrumentos de comunicación, participaron inicialmente en el diseño de los mensajes que debieran ser procesados por instrumentos que tampoco fueron pensados y estructurados para procesos pedagógicos. La incorporación de los pedagogos y los comunicadores fue tardía, tal como sucedió en su momento con herramientas como el cine y el vídeo. Uno de los resultados de esta demora es que los lenguajes audiovisuales y gran parte de las estrategias de tratamiento de los mensajes, es decir la estética de los mensajes, es una supuesta estética pseudoartística, de los mensajes de autoexpresión, y no la estética de aquellos mensajes destinados a compartir saber con los que no lo manejan. Estética cuyo elemento básico es la claridad que puede facilitar la comprensión y, por ello, el aprendizaje.
El uso generalizado de un teclado heredado de las viejas máquinas de escribir diseñado deliberadamente para reducir la velocidad con que se puede teclear y el no haber introducido las modificaciones pertinentes (el teclado Dvorak) y que fueron creadas con criterios ergonómicos; el desconocimiento de las normas básicas de legibilidad; el escaso manejo de los contrastes; la escasamente comunicativa relación entre fondo y forma, con el objetivo de facilitar la percepción; el hecho de que el estímulo no siempre acompaña a la información; la carencia de acuerdos entre los rasgos formales y tipográficos con las categorías que se enseñan; el uso deficiente del espacio informativo disponible, etc., son otros de los motivos de que muchos docentes sientan, lo manifiesten o no, un cierto nivel de rechazo a los nuevos instrumentos.
Esperemos que el establecimiento de los grupos de trabajo interdisciplinarios y de los sistemas de realimentación correspondientes, permitan ir reduciendo en forma gradual las resistencias a partir, fundamentalmente, de incrementos en la calidad de los instrumentos y de los programas con que operan. Esperemos que los avances producidos en el área de la psicología de la percepción se incorporen a la producción de nuevos y mejores programas, facilitando la lectura de los mensajes, reduciendo la fatiga y mejorando la comprensión. Esperemos que, gradualmente, la Red facilite el acceso a más y más fuentes de documentación útiles para los docentes y los alumnos. Y esperemos también que en una de las áreas de desarrollo de nuevos instrumentos, el vídeo, dado el avance de la interfase con el cómputo y la sustantiva reducción de precios de los últimos años, sea posible capacitar a los docentes en su uso pedagógico y en la estética correspondiente. De esa forma estarán en condiciones de producir los programas de apoyo o auxiliares que mejorarán sus capacidades y su desempeño en el aula.
En ese sentido, dejar de lado de una vez por todas el “software” propietario y comenzar a operar con “software” libre, significará, además de una importante reducción de costos, una vía posible de potenciales incrementos de calidad de los programas pedagógicos.
Pero, además, tendría que producirse un cambio de paradigma comunicativo, dejando de lado el ineficiente y falso modelo e-m-r y pasando al modelo real de comunicación pedagógica Interlocutor-Medio-Interlocutor. En este modelo los mensajes son producidos teniendo en cuenta que, para que sean eficientes para las funciones que se les atribuyen, los contenidos, el nivel a que se tratan los mismos, los códigos con que se expresan dichos contenidos, la estructura de relato para construir el mensaje, los múltiples instrumentos que permitan producirlo y el momento en que el mensaje es compartido, deben establecerse con, o en función de, el destinatario final.
Por esta razón deja de ser el receptor pasivo para transformarse en un interlocutor activo. Este cambio de paradigma y de situación incrementa la eficiencia de los procesos pedagógicos ya que los mensajes que se producen con el modelo i-m-i tienen asegurada, a través de su alta verosimilitud una gran credibilidad y, por ello, un mas fácil, eficiente, y mejor aprendizaje.
Es claro que el papel del docente, salvo en algunos casos bastante excepcionales de la enseñanza superior, es el de comunicador pedagógico. El no es el generador de los conocimientos que debe compartir con los alumnos. En el modelo e-m-r el comunicador depende de, obedece a, y cumple los deseos del Emisor, en cuanto a los rasgos esenciales de los mensajes que produce. En el modelo i-m-i el comunicador se encuentra entre los dos universos de interlocutores, manejando los medios, facilitando la relación entre el universo minoritario de decisores políticos o científico-técnicos y el universo masivo de sujetos que necesitan los mensajes para incrementar su calidad de vida. Y este es el papel del docente, ya que no es ni decisor político, ni financista, ni investigador de los contenidos que maneja.
El origen de la mitificación es, posiblemente, más claro. En primer lugar están los intereses comerciales que, a través de los mensajes manipulatorios y esencialmente falsos del mercadeo, tratan de convencernos de que sus productos son la total solución a nuestros problemas, sea ello cierto o no. Y, de hecho, los nuevos instrumentos pueden ser un apoyo, pero no la solución.
Desde luego la estrategia de la huida hacia adelante tiene también su papel en la mitificación de los instrumentos. Al existir un problema de eficiencia en los procesos educativos, en vez de mejorar de muy diversas formas las capacidades de los docentes, se busca reemplazarlos por las máquinas, con el grave olvido de que las máquinas son diseñadas por personas (casi nunca por docentes) y deben ser utilizadas por aquellos a los que se les niegan: aumentos de remuneraciones, mejoras de infraestructura, reducción del número de alumnos por aula; procesos continuos de actualización y reforzamiento, etc.. En cambio se los somete a procesos de evaluación a los que no se propone someter ni a los demás funcionarios de los Ministerios, ni a los diputados y senadores, ni a los notarios y abogados, ni a los militares y carabineros, ni a los médicos y enfermeras, etc., etc..
Pero se sobreentiende que los nuevos y maravillosos instrumentos evitan el penoso proceso de encarar la real situación de los docentes y por ello se les atribuyen características, funciones y calidades que dependen, en última instancia, de aquellos que los manejan y de su capacidad para superar las deficiencias y proponer las mejoras que se requieran.
Las nuevas Tecnologías disponibles tienen rasgos, características, capacidades y funciones que pueden ser útiles en los procesos de enseñanza para facilitar el aprendizaje. El rasgo audiovisual es importante, ya que los mensajes pueden tener un tratamiento que estimula y hace operar redes neuronales diferentes con un mismo objetivo y, así, facilitar el aprendizaje. La velocidad, rasgo propio de los sistemas informáticos, no presenta grandes ventajas pedagógicas, pero puede ser útil en algunas ocasiones. La posibilidad de acceso a depósitos de datos, informaciones y conocimientos, de grandes dimensiones, con gran rapidez y con costos relativamente bajos, puede ser de mucha utilidad en la mayor parte de los procesos educativos. El uso de la informática para procesos de enseñanza/aprendizaje a distancia, cuando están bien diseñados, facilita niveles de masividad que aumentan las posibilidades de satisfacer las demandas de democratización del saber, tornándolo accesible a mayor número de usuarios. También puede ser un instrumento eficiente para el diseño, la planificación, el seguimiento y el análisis de procesos pedagógicos.
Pero para que sean realmente funcionales, se requerirán procesos de rediseño guiados, además de propuestos y probados, por docentes. Se requerirán aportes de psicólogos, tanto de los especialistas en percepción como de los que operan en el área del aprendizaje. Se requerirán aportes de comunicadores para el desarrollo, sobre todo de aquellos dedicados a la comunicación pedagógica. Y todos ellos deben interactuar con informáticos, tanto con aquellos que operan en los diseños de los equipos, como con los programadores que preparan el ¨software¨ con el que van a operar las máquinas.
Es suficiente ver el uso ineficiente, incorrecto, banal y, a veces, agresivo que se hace comúnmente de un programa como el llamado “Power Point”. Se elimina su potencial pedagógico y se acentúan los rasgos de autoritarismo del mensaje que es determinado exclusivamente por el emisor sin pensar jamás en la forma en que lo recibirá el receptor. El documento adjunto nos dice algo sobre el tema.
J. Manuel Calvelo Rios.