Existen numerosos intentos de definir qué es y en que consiste la participación. Veremos algunos de ellos e intentaremos una definición operativa útil para el enfoque y la práctica democrática en la toma de decisiones. Del mismo modo, expondremos una tipología de los mensajes, que nos facilitará elegir los modelos más adecuados a los procesos participativos.
La participación como proceso de información.
Para algunos la participación se reduce al proceso de producir y emitir mensajes de información que, desde el Estado, las empresas o las organizaciones que operan con el objetivo de lograr desarrollo, están dirigidos a la “población objetivo” para informarla de la intervención que se va a implementar y lograr, así, un cierto nivel de aquiescencia con la misma. Suponen que basta la información para alcanzar participación. En este caso se busca informar partiendo del supuesto de que la intervención propuesta es correcta, necesaria y beneficiosa para el grupo social afectado por la misma. A partir de este supuesto es frecuente que los mensajes de información se transformen en otro tipo de mensajes: manipuladores. Además es frecuente, también, que lleguen a ser poco y difícilmente comprensibles, ya que sus contenidos, el nivel y los códigos con que dichos contenidos se expresan, así como los instrumentos y momentos de emisión, siempre son definidos por los emisores. La población objetivo, el “público blanco” de los mensajes no es más que eso: la diana a la cual se apunta y dispara con la munición y las armas más potentes de que se dispone. Esta terminología bélica no es ajena al origen del modelo en que se inspira, netamente militar, y refleja que la toma de decisiones unilaterales que deben ser impuestas a un blanco que se espera que sea pasivo, responden a los intereses del emisor, pero no necesariamente a los intereses del receptor. Debido a ello la eficiencia de las acciones cuyos mensajes son de este tipo es muy baja, aunque se las rotule de participación, ya que en realidad lo que buscan es sumisión y los sumisos aportan poco a construcciones conjuntas.
La participación como diálogo entre decisores.
Para otros la participación consiste en el diálogo que establecen los decisores con los representantes (líderes) de los afectados por la intervención, con el fin de facilitarla al reducir las resistencias, reales o potenciales, de los destinatarios. En este caso sucede con frecuencia que el líder elegido es el formal, que no siempre es el real, pero además el diálogo se realiza sobre la base de propuestas ya previamente analizadas, formalizadas y que expresan mayoritariamente los intereses del que propone realizar la intervención. El líder debe, a su vez, dialogar con los ciudadanos que lidera y este proceso de retransmisión de información inevitablemente reduce su calidad. Con mucha frecuencia el líder finaliza aislado, cuando no cooptado, y con pérdida de credibilidad y prestigio.
La participación como diálogo sesgado.
Otros, aún, entienden la participación como la búsqueda de acuerdos entre los diversos grupos sociales (decisores y destinatarios) sobre las modalidades y formas de implementar la intervención, pero sin cuestionar la misma. En este caso hay diálogo, pero con un punto de partida predeterminado: la intervención que ya se ha dispuesto debe realizarse. La población afectada puede analizar, discutir y aún modificar los modos de implementación, pero no la decisión inicial que ya fue tomada antes de que comenzara el diálogo. Es decir, la comunicación se limita al ejercicio del “sacrosanto derecho al pataleo”.
La real participación.
Entendemos que participar es obtener o recuperar espacios de poder social que han sido negados o expropiados. Es decir, participar es algo más que dialogar, es una forma de redistribución del poder, que para producirse requiere de la comunicación, entre otros elementos tanto o más sustantivos.
En este caso el diálogo entre decisores y usuarios de la propuesta intervención se inicia con un análisis conjunto de la situación, las propuestas y los problemas que ambos grupos enfrentan. Si de este análisis surgen lineamientos básicos para encarar los problemas en forma tal que las soluciones sean posibles, acordadas, eficientes y adecuadas a ambos grupos, comienza a definirse en nuevos términos el papel que se debe otorgar a la comunicación.
Se establecen los contenidos, los instrumentos, los códigos y los momentos de intercambio de mensajes, con lo que se comienza a realizar un real proceso de comunicación, es decir, producción conjunta de mensajes con la participación de todos los interlocutores.
Cada uno de los interlocutores buscará, legítimamente, avanzar en sus propias propuestas, y cada universo social negociará con el otro las modalidades mediante las cuales deben implementarse dichas propuestas. Es posible, a veces, que los decisores políticos busquen cautelar los intereses más globales de la sociedad a la que dicen representar, y es posible que el universo de interlocutores mayoritario, los que serán a fin de cuentas los beneficiarios o los “perjudicatarios” de la intervención, prioricen sus propias necesidades inmediatas. El equilibrio y las mutuas concesiones que ambos grupos deberán realizar, sólo puede ser alcanzado mediante procesos fluidos de comunicación en lenguajes inteligibles para la mayoría.
Pero una vez alcanzado el punto de acuerdo, la eficiencia de la intervención está prácticamente garantizada ya que las decisiones no son impuestas desde fuera, sino que son asumidas desde el interior de los grupos sociales y se convierten, por ello, en el marco de acuerdo para lograr metas comunes, deseadas y satisfactorias.
De más está decir que en la mayoría de las intervenciones, aún de aquellas que parecen tener un carácter exclusivamente técnico, habrá aportes conjuntos de conocimiento, más estructurado uno, menos formalizado otro, pero ambos (sabiduría tradicional y conocimiento científico) imprescindibles para construir el “saber” que hará eficiente la intervención. Insistimos, endógena y autogestionada con garantías de sustentabilidad económica, ecológica, energética y social, o equidad.
Y, claro está, esta participación real, no sólo requiere de mensajes de información, sino que resultan imprescindibles los procesos de comunicación.
Tipos de mensajes.
Esta sintética clasificación de los mensajes es, como toda clasificación, un intento aproximado de poner orden en un continuo difícil de fragmentar. Las diferentes categorías no tienen límites muy definidos y se mezclan unas con otras. Un solo mensaje puede incluir varias de las categorías propuestas. Pero, aún así, una primera sistematización puede ser de utilidad para el trabajo del comunicador para el desarrollo.
Todos los aportes, a partir de la práctica, que puedan enriquecer y mejorar este intento serán utilizables y mejorarán esta tipología. Y todos los aportes derivados de una reflexión, si es posible baaa en la práctica, ayudarán a formalizar un campo que todos sabemos necesita incrementar su rigor teórico.
Información.
Producción por emisores, y recepción por receptores, de mensajes con contenidos fácticos o datos que, supuestamente importantes para ambos, van siempre desde el emisor al receptor. El modelo teórico con que operan es el de Emisor – Medio – Receptor, al cual se debe añadir un sistema de realimentación que asegure al emisor la llegada del mensaje. El comunicador se localiza junto a, o dependiente del, emisor.
Los contenidos de los mensajes son de interés tanto para el receptor como para el emisor.
Los códigos, la estructura del mensaje y, en general, el momento de emisión, son determinados por el emisor, lo cual no siempre garantiza la correcta recepción de los mensajes. Para saber si el mensaje ha sido recibido y comprendido, se utiliza algún sistema de realimentación que permite saber al emisor, al menos, el nivel de recepción y, a veces, el nivel de comprensión.
Los métodos e instrumentos más adecuados para los mensajes de información son: la relación interpersonal, los materiales escritos, redes electrónicas, radio y televisión.
Para que el conjunto de datos que contiene el mensaje lo conformen como mensaje de información se requiere un cierto nivel de procesamiento para hacerlos inteligibles para el receptor. Es decir, existe una diferencia cualitativa entre datos e información. Para constituirse como información los datos deben ser oportunos, fiables, asequibles, inteligibles y deben tener utilidad para aquel al cual se los destina.
La información es un punto clave para la toma de decisiones. Si falta información el riesgo de tomar decisiones erróneas se incrementa.
Educación.
Producción y difusión de mensajes destinados a receptores, o públicos, para exponer contenidos dirigidos a fomentar una modificación positiva (al menos desde el punto de vista del educador) de las actitudes de los receptores sobre temas o áreas del conocimiento determinados. Se busca que estos mensajes contribuyan a la instalación de nuevas conductas más satisfactorias para el sujeto del desarrollo.
En general, contenidos, códigos, estructura y momento de intercambio, son determinados por el emisor. No usa sistemas formalizados de realimentación y la evaluación de los cambios actitudinales es de carácter cualitativo y a largo plazo.
Los instrumentos más utilizados para producir, a veces conservar, y reproducir este tipo de mensajes son: relaciones interpersonales o grupales, documentos impresos, redes electrónicas, radio y televisión.
Los mensajes de carácter educativo (en este sentido amplio) son los responsables de la reproducción de los valores culturales de la sociedad, así como de sus cambios.
El objetivo final de los mensajes educativos es contribuir a la conformación de ciudadanos conscientes, al menos desde el punto de vista de las propuestas formales, ya que como la mayor parte de estos mensajes son producidos y transmitidos por los medios masivos, los resultados en cuanto a cambios actitudinales son cuestionados por muchos pedagogos.
Enseñanza-aprendizaje o capacitación.
Producción y uso de mensajes destinados a proporcionar a los ciudadanos información, habilidades intelectuales y destrezas psicomotrices para: a) incrementar su capacidad de negociación con los recursos naturales, genéticos, técnicos y sociales, y b) aumentar sus niveles de participación y organización para mejorar su capacidad de negociación con la sociedad. Todo ello dentro del marco de un proceso de desarrollo endógeno, autogestionado y sustentable en términos económicos, sociales, energéticos y ecológicos. Y entendiendo el desarrollo como un proceso de incremento gradual y sustantivo de las condiciones de vida biológicas, afectivas, culturales y sociales, y no como un simple crecimiento, mecanización, urbanización, industrialización o aceleración.
Contiene sistemas de evaluación autocorrectiva permanentes.
Los contenidos, códigos, estructura y momentos del intercambio de los mensajes son acordados con los interlocutores rurales o definidos por ellos; es decir, se opera con el modelo de comunicación de Interlocutor – Medio – Interlocutor. En este modelo el comunicador se localiza, manejando los medios, entre ambos interlocutores.
Los mensajes de capacitación tienen contenidos específicos, derivados de la integración de elementos de la “sabiduría” tradicional, inscriptos, y elementos del conocimiento científico moderno, descriptos. A esta integración la denominamos “saber” y presenta algunos rasgos específicos que lo tornan imprescindible, aunque quizá no suficiente, para el desarrollo rural. Es un insumo intangible que escapa a la percepción sensorial y, por lo tanto, difícil de valorar por el sujeto del desarrollo o interlocutor masivo. Los resultados de su uso sólo se perciben a mediano y largo plazo. Requiere de personal con buen nivel de formación e instrumentos adecuados para que sea posible compartirlo. Pero, asimismo, es el único insumo que crece al usarlo, en contraste con todos los demás insumos volcados al desarrollo que se agotan y deben ser repuestos o renovados. Y, por último, es un insumo “inexpropiable”.
Los mensajes de capacitación, además de proponer el "cómo" realizar los procesos (técnicas), deben contener siempre el "por qué", (fundamento científico) tanto de la utilidad de la propuesta como de sus bases científicas, ya que se trata de conformar ciudadanos y no amaestrar productores-consumidores.
Los mensajes destinados a procesos de enseñanza para el aprendizaje utilizan códigos denotativos o monosémicos, y operan en el campo cognoscitivo, aunque dichos procesos y la comprensión de los mensajes y el uso de sus contenidos puedan provocar nuevos estados afectivos en los interlocutores y, desde luego, se requiere una actitud afectiva positiva frente a procesos de aprendizaje, para que dicho proceso tenga lugar y se produzca con los niveles de eficiencia requeridos.
Porque estos mensajes son recibidos como estímulos de diversos tipos por el Sistema Nervioso Periférico Sensorial y procesados por el Sistema Nervioso Central mediante las redes neuronales plásticas, es necesario que al producir dichos mensajes tengamos en cuenta los procesos perceptivos y los métodos de procesamiento como señales nerviosas, para facilitar su percepción, en primer término, y su comprensión como etapa subsiguiente. Debemos regular cuidadosamente la relación Señal/Ruido y también la densidad informativa de los mensajes, con el fin de evitar bloqueos o fatiga en su percepción y procesamiento. No podemos olvidar que el sistema nervioso central, que no es más del 2 al 3 por ciento de la masa corporal en cualquier persona, recibe la cuarta parte de toda la sangre que bombea el corazón y consume casi la misma proporción de toda la energía que consume el cuerpo humano. El ruido, en cualquier mensaje, provoca un incremento de actividad que conduce a la fatiga, el peor enemigo de la comprensión y el aprendizaje.
Los instrumentos más adecuados para este proceso que, básicamente debe ser manejado en términos interpersonales grupales dando prioridad a las mujeres y los jóvenes, son: relación interpersonal, impresos, video y la realización de trabajos prácticos.
Los procesos de capacitación tienden a conformar, básicamente, ciudadanos críticos y productivos, dotados de capacidad para efectuar procesos eficientes y garantizar la sustentabilidad económica de dichos procesos; al mismo tiempo buscan que dichos procesos planteen un nivel de equilibrio con los recursos naturales que garanticen la sustentabilidad ecológica; por último, al capacitar en sistemas de organización participativa, buscan niveles de equidad que aseguren un nivel básico de sustentabilidad social.
Comunicación.
Proceso permanente de producción y uso conjuntos de mensajes construidos entre interlocutores, destinados a generar niveles crecientes de participación de los ciudadanos en la toma de decisiones que los afectan, básicamente a través de la organización de los mismos.
Opera con el modelo teórico Interlocutor – Mensaje – Interlocutor, y el comunicador se localiza entre ambos universos de interlocutores. El minoritario compuesto por decisores científicos o políticos y el mayoritario conformado por la población que puede disfrutar o sufrir las decisiones del universo minoritario. El comunicador se localiza entre ambos, manejando los medios.
Los contenidos, códigos, estructura y momento de construcción e intercambio de los mensajes son definidos por los diversos grupos de interlocutores.
No requiere sistemas de realimentación o evaluación (salvo en el campo de las tecnologías usadas para el proceso) ya que el proceso de comunicación se realiza entre interlocutores.
Los medios e instrumentos más adecuados para estos procesos son: las relaciones interpersonales y grupales, el video, las radios locales, las redes informáticas y los materiales escritos.
Así entendidos los procesos de comunicación son la trama supraestructural de relaciones sociales que permite a las personas convivir en sociedad.
Los códigos utilizados son tanto monosémicos como polisémicos y, en los procesos interpersonales, el componente gestual cobra con frecuencia una gran importancia.
Autoexpresión.
Mensajes que, producidos por uno o varios emisores, se destinan a múltiples y bastante indiferenciados receptores. Estos mensajes buscan compartir información básicamente afectiva que suele reflejar la visión del mundo que tiene el emisor. Al parecer, pero motivo de largos e interminables análisis y discusiones, cuando el mensaje ofrece diversos niveles de lectura para diversos grupos de receptores, estamos en presencia de lo que algunos denominan "arte" si, además, llena ciertos requisitos (no muy claros ni unánimes) de carácter estético.
Los códigos utilizados son polisémicos y connotativos, lo que favorece la diversidad de lecturas e interpretaciones de los mensajes. Parte del cine, el teatro, la danza, la música, la novela y la poesía, la escultura, la alfarería, los textiles y, recientemente, algunos videos, están construidos como mensajes de autoexpresión.
En gran medida contribuyen a enriquecer los procesos generales de educación, amplían el universo afectivo de los receptores y, a veces, forman parte de los sistemas de educación formal.
Los instrumentos utilizados se corresponden con cada una de las áreas denominadas artísticas y algunos, como la radio, el video y la televisión son utilizados a veces como simples conductos para transmitir otras manifestaciones sin un reprocesamiento específico.
Manipulación.
Mensajes de un emisor a múltiples receptores destinados a promover actitudes que lleven a conductas favorables para el emisor pero no necesariamente para el receptor. Estos mensajes, básicamente afectivos y con escasos datos o información, ofrecen al receptor gratificaciones que no se obtienen de lo que el mensaje dice explícitamente, sino de las alusiones que lo acompañan y que el contenido del mensaje no puede proporcionar.
El ejemplo extremo de este tipo de mensajes se encuentra en la publicidad (comercial), en la propaganda (política), en las campañas de creación de imagen y son una constante en las denominadas relaciones públicas.
Tienen sistemas de realimentación operativos, en general, a largo plazo. Pero la realimentación no incluye en los nuevos mensajes los intereses de los receptores, sino que acentúa aún más el carácter manipulatorio de los mismos.
Los instrumentos más usados para la manipulación son los medios masivos: radio, televisión, cine, medios impresos, que claramente, son masivos, pero no de comunicación.
Se discute hoy lo que fue aceptado sin cuestionamientos durante los últimos años: la eficiencia de los medios para crear imágenes con débiles referentes en la realidad.
Creemos y esperamos que estos sintéticos elementos de análisis de la Participación y la Comunicación así como la tipología propuesta, pueden prestar alguna utilidad, sobre todo si los analizamos en forma grupal, en términos comunicativos y no manipulatorios.